eskutitzak – cartas



INVIERNO - Negua

Los días calurosos y luminosos no son muchos, el invierno se hace largo y el Hernio blanqueará su cabeza desde noviembre hasta mayo inclusive.
La noche es el invierno y no sólo nos cambia a nosotros,  transforma la naturaleza entera “los seres de la noche para la noche”.
Es el invierno y quien sabe si los árboles no susurran entre si cuando ven pasar al hombre con su hacha.
Caminaba hoy a la tarde por el monte cuando he acabado en un viejo caserío para refugiarme de la lluvia. Allá en el vientre de la piedra que construye el muro allá entre las losas y los dinteles, sobre las zapata, se yergue altivo el árbol reconstruido, como memoria, con sus mil brazos como diosa hindú, trabándose, apoyándose, haciéndose horquillas o caballos y por fin el tejado.
Sentado en medio de este desvencijado caserío, memoria de memoria miro asombrado hacia arriba, algo de luz que todavía entra a través de las rotas contraventanas y de un tejado en lugares roído por la humedad que lo hunde, falta parte del suelo de la primera planta y puedo ver mas arriba, dejado en el olvido persiste. Aquí hubo hombres que vinieron y construyeron, amaron y soñaron, ahora solo quietud, como ahí fuera en el bosque, se alza el árbol reconstruido, ajeno a mi presencia, antes en el bosque y ahora aquí, solo somos anécdota.
Va oscureciendo y como en una secuencia del cine mudo la luz se marcha, quien sabe si no a dormir entre los brazos de este bosque interno.
Agua, nieve, regreso hacia casa. Tengo que cortar leña, el invierno con sus mil acentos como copos de nieve debe ser previsto.
Con la nieve el bosque se transmuta y sigue su curso, simplemente está, es.
¿No fue acaso injusto el hombre que marco la edad de la piedra, la edad del bronce, la edad del hierro y olvido la de la madera?
¿Acaso no fueron todas las edades de la madera?
El calor de las cavernas, las primeras lanza endurecidas al fuego, el carbón que decoró las paredes y los cuerpos, las chozas, el hacha, la azada, el arco, el arado y la embarcación.
¿No es acaso temerario el olvido?
Solo la humildad nos podría salvar de semejante acción pero al árbol le da lo mismo, somos nosotros mismos que como peonzas de madera giramos en derredor nuestro.
Sus estaciones, sus inviernos también dieron este resultado. Posiblemente sus semillas continúen la labor en el fértil bosque.
Insectos y animales van y vienen, como nosotros, pero ellos permanecen.
A estos desnudos árboles invernales volverán las hojas para el calor del verano, todo sigue su curso.
Nieve en los montes, charcos helados, fuego en la estufa, el resto de madera espera apilada.
Tomo la azuela y voy quitando escamas a este hermoso tronco que sigue noble bajo el acero que dibuja su cuerpo aquí tendido.
Recuerdo a mi padre construyendo con otros ese enorme árbol interior del caserío, levantando los postes al grito de “Gizon egin” (hacerlo hombre)…
Sigo tallando, astillas para el fuego, sigo pensando.

eskutitzak – cartas

OTOÑO - Udazkena

El hombre lo clasifica todo, las estaciones: invierno, verano, los meses, los segundos… No creo que la dirección del hombre sea la correcta. Los árboles están, no existe compartimentación, no existe la dualidad del hombre, solo continuidad.
Solos o juntos, estando, viviendo unidos mientras se cimbrean, floreciendo y tumbándose, cuando vencidos por el tiempo o la enfermedad se acaban, siendo.
Y no es de una comparación dualista con el hombre esta reflexión, sino de una observación de si misma realizada.
Qué rumor de bosque cuando llueve en tromba, saltarán las hojas y las dejarán deslizarse como los trineos de helechos en aquella memoria mía. Es el otoño y bajarán cargados también de leña sobre la alfombra de hojas, olor a humus, en los hayedos y robledales, en los bosques mixtos. Agujeros de picos carpinteros y viejos castaños para búhos.
En el otoño comenzamos una retirada interior. Los días se irán acortando. El dualismo vacío-lleno se dará en las copas de los árboles.
Es tarde, empieza a oscurecer mas temprano. Como siempre en el taller. Es una hermosa época. Los tonos de los bosques parecen invitar a los cielos rojos que inundan de color todo y penetran rebotando a través de los cristales. Es hora de dejarse llevar por este espectáculo de color, los bosques también lo contemplan.
Es hora de aflojar el trabajo, olvidar al “homo faber”  y dejarlo fluir en un hombre contemplativo como los árboles.
Ayer trabajé en el bosque, reconozco la tierra ácida del castañar donde anduve, que tiene olor a tierra pura. Es uno de esos olores que mucha gente no olerá jamás pero que yo no puedo imaginar no oler mas, olerlo es oler a bosque.
 Hoy hace un viento fuerte, que mece las copas de los árboles de aquí para allá. Pronto solo los pinos lo harán, el resto se irá a dormir.
Es curioso como en carros, barcos o caseríos, en el árbol reinventado hay algo de perpetuación, del ser que disgregado vuelve a la ciudad, eso si, transformado, transmutado.
¿ Y si en vez de ser nosotros los artífices, fuese el propio árbol el que nos hace a nosotros para reinventarse él?
Saben los leñadores mejor que nadie, como llora en la sabia, el árbol cortado fuera de época, y como la agonía hace brotar a los árboles caídos un año antes.
Cuando el tronco pierda su corteza se tendrá la certeza del cambio.
Fluir de ideas como hojas en su viaje vertical.

eskutitzak – cartas

VERANO – Udara

El sol entra fuerte por las ventanas del este, da ganas de mostrarse uno, tal cual es, frente a ese árbol que acompaña mi envejecer, estoy aquí, vivo, frente a ti, árbol!
A noche cantaban los grillos, recuerdo de pequeño, jaula en el borde de la ventana de mi infancia, ahora es suficiente con abrir la ventana y oír también a los sapos en el canto de la fuente.
Cómo huele la tierra toda y los árboles van haciendo leña con los brotes.
Campos con manzanos, carros chillones que en mi infancia cruzaban los campos cargados de manzanas, hacia los lagares listos.
Crujir del eje al presionar los tablones, y ese olor de fruta y también de árbol de nuevo empapado en sidra.
Quien no ha participado del trabajo de la manzana no ha bebido sidra.
Las lunas marcarán los ciclos de las estaciones con sus menguantes y crecientes, ellas también la elaboración de la sidra o el corte y caída de los árboles.

Árboles y bosques a través de las estaciones y de la lluvia que marcará su territorio, árboles que parecen una sucesión de si mismos, como si fueran inmortales, y algo de ello tienen, ¿Dónde está  la edad de la madera si no es en el hombre?

eskutitzak – cartas

PRIMAVERA – Udaberria

Tengo un melocotón en la entrada del taller, todos los años espero sus flores, es como el mensaje en la botella que viene de no se sabe donde, pero siempre bueno. Flores blancas, hermosas flores de membrillos o las de los nísperos que recogeré en otoño.
Ultimas nevadas y algo de granizo al comienzo de la primavera.
Si bien es cierto que el fuego acaba con todo también es una purificación necesaria, nosotros los hombres la hemos hecho mito en San Juan, bailamos y cantamos bajo el árbol que arde y transforma la noche en luz.
Es dantesca la imagen de un bosque quemado, a decir verdad la simple presencia de un solo árbol quemado. Como cadáver en pie alza sus arranques de ramas en un desmochado tronco.
Calcinada la tierra desaparecidos los insectos, acabado el verdor y sin embargo, también es el color del bosque, no solo el idílico verde y tierra.
Fuego y árbol también son lo mismo.
Carboncillo de negra madera, capaz de dibujar a su vez, un gran árbol, capaz de reinventarse.
El carbón imaginó las paredes en la pintura rupestre, ¿Cómo es entonces un árbol? ¿Un bosque? Es verde y es negro, calcinado, es seco y es húmedo, tablón, viga y en último extremo se imagina en la quietud a sabiendas de que el hombre lo viajaría.
Quietud que viene de no estar.
En primavera es el comienzo de un nuevo ciclo aunque para el bosques es simplemente continuidad, de eso se trata también en la transformación de la madera, de no fragmentar. 

Eskutitzak – Cartas

BOSQUE

Juntos los árboles apiñados como en una alfombra, se ve mecerse al bosque bajo el fuerte viento y entonces se percibe que el árbol y el bosque es lo mismo.
Quien lo observa con tranquilidad se da cuenta que recuerda al mar, las algas, el pelo de las ovejas… o a tantas cosas en su unidad.
Si un árbol nos da respeto, mucho mas nos lo da el bosque y es por ello que hemos colocado en él nuestros fantasmas. Pequeño se siente el hombre cuando la tormenta o la noche lo sorprenden en el bosque.
Abiertos los sentidos se puede percibir la realidad del bosque en su interior y es entonces cuando brota la unidad entre el hombre y el bosque en un punto, el único posible en la percepción y que nos acerca a la unidad lejos del “homo faber”  que niega su pulso, su respirar, su esencia.
Brotando hacia el cielo sus ramas y hacia la tierra creciendo sus raíces, no queda sujeto al tiempo que establece el hombre. El bosque simplemente es.
Entrar en el bosque, trascender la realidad y encontrarse en un mundo paralelo siempre real y siempre imaginado, como si fuese un bucear en un espacio a ras y no por debajo, sin el artificio del oxigeno, no necesario, pues sigue siendo nuestro ambiente pero es otro el espacio, los árboles en su interior se agrupan o se disgregan y es único su canto. Hileras o grupos de especies diferentes: robles, hayas, fresnos, castaños, solo troncos huecos que sirven de casa a los búhos, troncos vencidos por el tiempo interfiriendo caminos que en realidad no van sino a nuestros propios sueños.
En el bosque el pulso es otro. Baja de vez en cuando algún riachuelo, o los helechos lo cubren todo, a veces los brezos, a veces los suelos se tornan ácidos, a veces la hojarasca lo cubre todo.
Cuando el bosque esta quieto, allá en las copas nada sucede, es como si nos observaran, somos el hombre, lo distinto. Cuando se agitan las copas, crujen los troncos y somos presa del temor, allá en cualquier parte cualquier cosa puede suceder, bordas caídas de antiguos carboneros, árboles en todas direcciones, brotes también jóvenes pero que no llegará al cielo si no cae antes un árbol grande.
El bosque se torna laberíntico y si es la niebla la que lo visita aún es mas enigmático.
A veces el sol lo atraviesa con algún rayo y cambia la coloración, a veces un claro en el bosque nos devuelve a la posibilidad de nuestro mundo organizado. En el bosque no sirven nuestros esquema humanos, son las leyes del bosque o es en si mismo el bosque, ni tan siquiera la individualidad del árbol que nosotros así quisiéramos para mejor comprender su conjunto. Nosotros vamos y venimos, pero el bosque permanece.
Amanece o va amaneciendo, que no es algo que ocurra como de golpe y tampoco se puede saber cuando ha amanecido, desperezarse, sentir ese frescor primaveral. Los días son ya mas largos.
Mirar por la ventana como para comprobar que seguimos aquí, como para reconocernos y reconstruir de nuevo nuestro personaje.

Los árboles están ahí, al otro lado del cristal, quietos, si, esta debe ser la casa y por tanto yo, los árboles son testigos del auto reconocimiento. 

eskutitzak-cartas



ÁRBOL

Detenido en su quietud, en el mismo centro donde las ramas se bifurcan y en canto único a través de los días está el árbol, sueño y persistencia. Nosotros nos preguntamos por él, que de nada le hace falta saber.
Crecerá en su cintura y desplegará sus ramas, sus flores y expandirá el verdor. Dará vencidas sus hojas en las lluvias y las arqueará en las nieves para seguir su propia existencia ajeno a nuestras divagaciones.

Siempre próximo y a la vez ausente por su humildad, no saltará como perro ni cantará como pájaro, simplemente crecerá clavado al suelo.

Cartas-Eskutitzak

Sobre el hacha y el mango –  AIZKORA ETA KIRTENA

En la parte central del “ Sutra del corazón “ se puede leer: “ la forma es el vacío, el vacío es la forma” De tal manera que en una vasija de barro ¿Qué da la forma a qué?
Trasladada la pregunta a otro terreno,¿qué es el hacha? ¿el mango o el acero?
El hacha es el hombre que la maneja, pero al meditar sobre la herramienta en sí, nos damos cuenta que el afilado acero es inútil sin el mango, y es esta, la madera que con sus cualidades dará vigor y resultado al acero. Miramos al filo del acero y pocas veces al mango, pero que inútil se queda aquel al que labrando la tierra se le rompe el mango.
Queda silencioso el acerado filo sobre la tierra, como si su canto hubiera quedado mudo. Detrás del mango está el árbol habrá que seleccionarlo bien para que la madera esté asentada, cortar, cepillar, ajustar y fijar con la cuña… y el acero volverá a cantar. El mango adquiere su poder en el acero pero éste vuela en la madera.
Corta el hacha la madera y se diría que no es solidario el mango con el árbol que derriba, pero no es en nuestra escala este valor, si se desploma el árbol en su época bajo el canto sordo del hacha es posible que vuelva a surgir, castaños y fresnos trasmochados… y es dar leña año tras año, no solo fruto y de este y otros procesos como el carbón, de esta danza surgía también el hierro en las manos de los ferrones.
Antes y después el árbol, se por ello que el mango comprende al filo.
Como cuando con su calor cuece el barro y es la tinaja o son las tejas como escamas, la madera dialoga con la cerámica cuando la hace tinaja y de la viña recoge su lágrima.
La madera es fuerte en el acero que porta, pues son parientes y es en el hombre donde encuentran el acento a su diálogo.
Mirar un árbol despiezándolo y decir éste será el poste, la carrera, el caballo o la horquilla. Como si de un sastre que toma medidas para el imaginado árbol del caserío.
Y luego llegada la época, con la luna cortar el árbol, aprovechando al máximo, controlando el sueño del árbol en su caída para no despertar a otros o segarlos en su vuelo hacia la horizontal.
En ciertos aspectos el hombre ha humanizado el árbol cuando no bosques enteros, los ha hecho viajeros y del árbol que ya viejo caía entre otros hasta desaparecer, el hombre le ha cambiado su destino y lo ha hecho barcos, carros, casas y armas de guerra…
Barcos y carros que siguen soñando bosques cuyas maderas se irán dilatando y contrayendo en pausada respiración.
Porque la madera se ha construido a si misma en sus mangos y los clavos que dan cuerpo y parecen el fundamento de los barcos caerían sin el abrazo de la madera en las cuadernas.
Si hay un ser noble ese lo es la madera y será por ello que nunca tubo su edad y quien sabe, tal vez por ello todas las edades son las del bosque.

El hacha y su mango es una metáfora, que nos aleja de comprender al árbol. Para comprenderlo deberíamos de transmutar muestro espíritu, sembrar la semilla del árbol, bosque todo, que observamos en nuestro interior y esperar que crezca, que nos transforme en el tiempo y luego no ser mas hombre y hacha, sino árbol, uno, lo observado y nosotros mismos sin distinción, esa es la elección.

Cartas-Eskutitzak

MEMORIA
Cerca del caserío hay un enorme árbol, mi abuelo bajo su sombra picaba la guadaña en verano. Un enorme fresno de copa alta.
Yo no conocí a mi abuelo.
De crío jugábamos con los ciervos volantes que en una oquedad del árbol se escondían. Ahora veo el árbol y pienso en mi abuelo, serio, casi solemne, el viejo fresno se sigue balanceando, ajeno a que es la puerta entre el pasado y el presente. Es posible que yo también me vaya y el siga permaneciendo. Un árbol es a la vez ajeno y próximo a nosotros, persiste a través de la memoria y ahora yo también veo el árbol a través de los ojos de mi abuelo, y él, único, permanece silencioso frente a esta vorágine estéril que hemos construido.
Todos saben que este árbol como otros árboles o bosques están allá donde los cruces de caminos o marcando lugares. A veces  los situamos como mojones, pero en realidad son como hombres que un día decidieron quedarse simplemente clavados en el lugar y no por nada en especial, y es que simplemente así sucedió. Pasan las nubes y los hombres pero ellos son la permanencia y no puedo por menos que abrazarlos en unidad que traspasa la lógica.

No relacionaba entonces directamente el árbol con la madera tal cual, simplemente de crío jugaba entre sus ramas. Llegado el verano había que recoger la hierba y es entonces cuando por las empinadas laderas se bajaban cargadas las leras , (trineo que justo tenía un perfil de hierro en el borde para proteger la madera) y pasaban frente al árbol que vio  mi abuelo.

Todo pasaba por la madera y por las broncas por romper los dientes de madera de los rastrillos.
Y los bueyes uncidos al yugo iban con sus carros chillones por los caminos.
En el caserío, cerca del gallinero, en un rincón con viejo banco de carpintero, hachas de anchos filos, barrenas (brocas de madera), sierras de arco de madera, algún cepillo y algunos viejos formones, casi todo de madera y simplemente nos parecía normal.
Ahora uno se pregunta si realmente aquellas herramientas eran reales o no. Si la memoria no las habrá inventado y si tal vez nosotros nunca estuvimos allí, si los espacios y los objetos no habrán sido reconstruidos, soñados.
¿Sin embargo cómo puedo recordar tan bien como se hacían los dientes del rastrillo?

(eskutitz bat )

                         IInstalación realizada con el motivo del 75º aniversario del bombardeo de GERNIKA    

MAITASUNA,TEXTURAK, BIDAIA ETA KANPAIAK (eskutitz bat )
Gai gehiegi gau bakar baterako,  edalontzia betetzen jarraitu nahi izan ez gero, lehenengo hustu egin behar da.
Gaur goizeko euri langarrak ikusita burura zetozkidan hik aipatutako texturak, akaso dentsitatea ? ez, huste dinat gauza ezberdinak direla….
Budismo CHANen (zen ) diote  :  “vacia tu mente “ ez da txarra baina bai zaila, nola egin daiteke hori ? eta orduan berriro textura- kontenplazio horretan instant batez ez dago ezer, instant batez gure buruko edalontzi betea ez da ez hustu baizik eta desagertu.
Maitasunez zer esanik ez…munduarekiko lotzen gaituen horietako beste zilbor hestea ?
Mundu osoa da musika ? testura ? John Cage  eta Merce Cunningham koreografoa hala zioten, guk, sinetsi ala benetan ulertu degu ?
Ba dago  Zen munduan ”esnatzea “rekin zer ikusia daukan KOAN bat, hau da: galdera batzuk  gure mentean halako korto zirkuito bat sortzeko .

“como es el  sonido producido por el aplauso de una sola mano “



Atzo kanpaiari buruz mintza hintzen, kanpaia eta soinua, .
Berriro ere Zen edo Chan mundura bueltatuta, kanpaiaren soinua ez dela entzun behar, baizik eta nor beraren barnean ikusi……..Akaso ez dute kanpaiak jotzen belarriak estaltzen ditugunean ?
Mundu osoa soinua da eta zenbait galderen erantzunak izango ba genituen gure edalontzia hutsik egongo litzake, hori da geure arazoa.
Artea ? zeini axola zaio, gaur goizean langarra zegoen, atzo ordea ego haizearen arteko ilargi betearen elkar hizketa goxo bat.
Eta Maitasuna ?
La dama de Mori esta de siesta
Los invitados se fueron, habitación vacía, ni un ruido;
Imposible saber cuando despertara de su profundo sueño.
Las mariposas juegan sobre su rostro mientras la contemplo embelesado.
La campana de la hora,¿será medianoche o mediodía ?
Ikkyu SOjUN (1394-1481)